lunes, 29 de marzo de 2010

La importancia de tener el fin en la mente.


Stephen R. Covey menciona que es un absurdo querer llegar al aeropuerto de Monterrey, con un mapa de Guadalajara, éste ejemplo de su libro es el que más me queda grabado, ya que, si algo tenemos los mexicanos de positivo es que realmente somos capaces de empeñarnos con todas nuestras ansias por algo que nos llame la atención, somos trabajadores laboriosos, y capaces de luchar por lo que anhelamos.

Uno de sus 7 hábitos lo explica con ésta analogía de los mapas, es necesario tener un fin en la mente, ser capaces de visualizar todo aquello que podemos ser, poseer todas las cosas que queremos tener, y realizar aquello que deseamos hacer; en otras palabras, debemos tener en claro que es lo que anhelamos para lograr realizar un proyecto de vida personal, profesional y social.

La pregunta entonces es clave ¿Qué anhelamos? Es frustrante observar en la lectura el posible desarrollo de líderes visionarios y transformadores de la realidad, cuando simple y sencillamente, no somos capaces de orientar el esfuerzo y dedicación de nuestros alumnos hacia el ¿Qué quiero ser, tener o hacer? ¿Qué provecho puedo obtener/dar a la vida? ¿Cuál es la misión que quiero seguir?

Este problema redunda en todos los niveles de todas las comunidades mexicanas, somos capaces de pedir que nuestros hijos, alumnos, etc. Se esfuercen por obtener buenas notas, lograr grados académicos, casarse, enrolarse en determinado oficio o profesión, pero, ¿cuántos realmente desarrollan visión de su futuro? ¿cuántos son capaces de poder atreverse a romper un paradigma? ¿cuántos son capaces de reconocer que viven atrapados entre la manipulación de diversos paradigmas?

Nuevo León es un estado de gente que enfrenta retos, y es capaz de desarrollar líderes artesanos con mucho ahínco, pero pocos líderes de visión, y el resto de la república mexicana no se queda atrás, vivimos arrastrando paradigmas de “’¿eso para que?” “¡No puedo!” “¡No sirve para nada!” “¡No va a funcionar!” etc.

El cambio debe ser radical y enseñar desde el aula a definir el <> de cada alumno, sembrarles la capacidad de definir una visión, con la consecuencia de aceptar las consecuencias de sus decisiones, No podemos seguir cayendo en el error de proyectarnos en el logro de aquellos que nos suceden, pensando que nuestro éxito se reflejará en el éxito de ellos.

Todos tenemos derecho de poder desarrollar una visión de aquello que realmente deseamos formar, esto es el ingrediente principal para poder desarrollarnos como elementos eficaces de un sistema abierto, capaz de interrelacionarnos con el máximo afán de volvernos interdependientes, de lograr los resultados de calidad de acuerdo a los estándares mínimos que la calidad solicita. SI nos enfocamos en el desarrollo de nuestros alumnos, desde su edad escolar, a definirlos en sus propios anhelos y ambiciones, y apoyarlos en que sean ellos los únicos capaces de decidir su vocación, es entonces cuando realizaremos actividades de calidad, y por ende, se integrara “per se” y “cum se” el sistema abierto de excelencia.

Bibliografía:

· RUIZ Cantisani, M.I. Sistema de planeación para instituciones educativas”. Editorial Trillas, México 2003.

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